”Un político mira a las próximas elecciones.
Un estadista, a las próximas generaciones.”
Alcide de Gasperi
El 8 de noviembre de 2018 el Partido Popular Europeo elegirá a su candidato para la presidencia de la Comisión Europea. La pregunta ante nosotros es sencilla: quién es el más adecuado para ayudar a nuestros partidos a ganar las elecciones europeas la próxima primavera, conseguir el apoyo del Consejo Europeo y el Parlamento Europeo y finalmente dirigir la Comisión Europea. Es cuestión de liderazgo y experiencia. Es cuestión de comunicación y dominio de idiomas. Es cuestión de valores, visión y un programa creíble para la Próxima Generación de Europa. Esta es mi propuesta para nosotros, el PPE.
Una visión para Europa
Debemos mirar hacia delante y ofrecer a todos los europeos una visión para un futuro mejor y basado en valores. Mi visión es proeuropea, positiva y pragmática.
Pro-Europea, ya que creo en una mejor y más inteligente integración europea. Necesitamos más Europea donde haga falta y menos donde no. Todo aquello que se pueda hacer mejor a nivel nacional o regional debería hacerse ahí. Necesitamos menos nacionalismo irracional, pero más participación nacional genuina en nuestro proyecto europeo compartido. Necesitamos líderes nacionales y europeos influyentes que asuman toda la responsabilidad por decisiones tomadas conjuntamente.
Positiva, ya que necesitamos impedir que la política esté gobernada por el miedo y el odio. No hay soluciones fáciles para problemas complejos. Sí, la tecnología cambiará nuestra forma de trabajar. Sí, la inmigración es un reto. Y sí, todos tenemos miedo del cambio constante y la disrupción. Pero esto no significa que los líderes políticos deban alimentar estos miedos. Al contrario, el liderazgo consiste en ofrecer oportunidades, trabajar para conseguir estabilidad, encontrar soluciones y dar esperanza para un futuro mejor.
Y pragmática, ya que debemos aportar soluciones concretas y operativas a nuestros retos comunes. La revolución digital cambiará la economía, el trabajo, la política, los medios de comunicación, la ciencia y posiblemente el futuro de la humanidad. Esto, junto con el cambio climático, será el principal reto, no solo para la próxima Comisión Europea, sino para las generaciones venideras. Quiero ver a la tecnología al servicio de los humanos, y no al contrario. Quiero ver un planeta que sea, y continúe siendo, habitable para todos.
En este breve programa para la Próxima Generación de Europa no pretendo tener la solución a todos los retos actuales de la UE; ni ofrezco recomendaciones detalladas sobre políticas – ese momento llegará. Mi propósito aquí es trazar algunos de los retos fundamentales que tenemos por delante. Las dos cuestiones principales de nuestra generación son la revolución digital y el cambio climático. Estos son retos transnacionales que ningún país puede afrontar por sí mismo. En tiempos de incertidumbre necesitamos un pilar – ese pilar son nuestros valores. Y esos valores son la base de mis seis puntos para la Próxima Generación de Europa.
1. Defender los valores europeos
En el siglo XX el Partido Popular Europeo ganó la batalla de las ideas. La democracia triunfó sobre el fascismo, el comunismo y el nacionalismo gracias a la lucha incansable de nuestros padres fundadores por toda Europa, al este y al oeste, al norte y al sur. Emprendimos el proyecto europeo, defendimos la democracia y la libertad y conseguimos la paz. Pero nuestra visión del mundo no puede ser estática o dada por descontado. Nuestros valores están siendo blanco de ataques tanto dentro como fuera de la Unión Europea – ha llegado la hora de alzarnos en las barricadas y defenderlos.
Nuestros valores están basados en el respeto por la dignidad humana, la libertad, la democracia, la solidaridad, la igualdad entre hombres y mujeres, el Estado de Derecho y los derechos humanos, incluidos los derechos de las personas que pertenecen a minorías. En tiempos de incertidumbre, estos valores son el pilar de nuestra seguridad, los cimientos de nuestra identidad como democristianos de centroderecha. Sin ellos no tenemos nada y renunciamos a la brújula moral que tan bien nos ha guiado en el pasado.
“Mantenemos la cabeza bien alta a pesar del
precio que hemos pagado, porque la libertad
no tiene precio.”
Lech Wałęsa
Pero no podemos negar lo evidente – en nuestras sociedades existe desazón, preocupación por el futuro, la impresión de que lo mejor ya ha pasado. Yo no culpo a aquellos que se sienten tentados a votar por los populistas. En vez de ello, quiero decir ”os escuchamos”. No ignoraremos los miedos ligados a la tecnología, los puestos de trabajo, la seguridad o la inmigración. Muchos de ellos son legítimos, pero deben ser afrontados en el marco de nuestro Estado democrático. La democracia, las libertades individuales y la justicia son por lo que hemos luchado durante siglos. La historia nos ha enseñado que una vez se toma el camino del antiliberalismo será complicado rectificar el curso. La democracia antiliberal es una contradicción en los términos y va en contra de todo lo que el PPE representa.
2. Liderar la revolución digital
La cuarta revolución industrial – la inteligencia artificial, la robotización, el internet de las cosas, la impresión en 3D y la digitalización – ya está aquí, y tiene un impacto trascendental en todos los ámbitos, incluyendo la economía, la política y la ciencia. A diferencia de las revoluciones industriales anteriores, esta no es gradual – avanza rápido y es disruptiva. Europa debe estar a la vanguardia del desarrollo tecnológico, pues de otra forma nos arriesgamos a quedarnos rezagados. Asumir el liderazgo de la revolución digital significa que debemos centrarnos en el futuro del trabajo, la innovación y en la protección de los individuos.
La revolución digital está cambiando nuestra forma de trabajar y de aprender. Todavía no sabemos cómo será el mercado de trabajo en 2050. Muchos de los trabajos – ya sean ”de cuello azul” o ”de cuello blanco”- de hoy ya no estarán mañana. No se trata de que las máquinas sustituyan a los humanos, se trata de que nosotros cooperemos con los robots para obtener mejores resultados. La educación ya no es cuestión de aprender una habilidad y muchos hechos, sino más bien es cuestión de aprender a lo largo de la vida y de educación emocional. Independientemente de las habilidades que se aprendan en el futuro, entender los datos será una gran parte de ello. Varios estados miembros son ya pioneros en este campo. El resto de Europa debería aprovechar su experiencia.
Actualmente, la totalidad de las 20 empresas tecnológicas más grandes son estadounidenses o chinas. Sin inversión en educación, innovación, investigación y desarrollo esta tendencia continuará. Las decisiones de Europa deben mejorar la infraestructura tecnológica, como las redes 5G, y crear oportunidades para que las empresas y emprendedores europeos prosperen en la era digital. Con instrumentos financieros modernos y legislación que cree las condiciones para la innovación se contribuiría a allanar el camino que tenemos por delante.
”El éxito en la creación de la inteligencia
artificial podrá ser el evento más grande en la
historia de la humanidad. O el peor.
Sencillamente no lo sabemos.”
Stephen Hawking
Al mismo tiempo vivimos en una era de economía de plataformas donde el valor de los datos continúa aumentando. Esto trae aparejados problemas relativos a la protección de los derechos individuales. El big data ya sabe más sobre nosotros y nuestras preferencias de lo que nosotros pensamos. Las Constituciones se crearon para proteger a los individuos del Estado. Ahora necesitamos trabajar para proteger a los individuos ante el uso de sus datos personales por grandes multinacionales o gobiernos autoritarios. Como superpotencia regulatoria, la UE puede asumir el liderazgo a la hora de establecer reglas internacionales para un mundo futuro de inteligencia artificial y robotización. Más vale hacer las normas que solo obedecer las normas.
3. Hacer que la economía europea funcione bien para todos
El mercado único ha sido un éxito – sin él no seríamos capaces de sostener los Estados del Bienestar europeos. Durante décadas ha sido la base del crecimiento y los puestos de trabajo en Europa. La pertenencia a la UE implica un aumento en la prosperidad. El PIB per cápita se ha duplicado en los últimos veinte años. En algunos de los estados miembros más pobres el PIB per cápita se ha multiplicado por diez. El mercado único ha contribuido a la creación de más de 10 puestos de trabajo en los últimos años. El euro es la segunda moneda de reserva mundial más importante. Una vez pasada la crisis financiera, la Unión Europea ha vuelto a una senda de crecimiento sólido, creación de puestos de trabajo e inversión.
Pero naturalmente esto no es suficiente. Si bien la UE ha conseguido aumentar el tamaño del pastel, no ha sido tan exitosa a la hora de repartirlo de forma equitativa entre individuos o estados miembros. Gran parte del populismo actual, tanto desde la izquierda como desde la derecha, proviene de una sensación de injusticia, un sentimiento de que nuestro modelo de sociedad actual – incluyendo la economía social de mercado y la globalización – no trata a todos de manera justa. Esto tiene que cambiar. Todos sabemos que la liberalización del mercado estimula el crecimiento y crea puestos de trabajo, ahora solo tenemos que averiguar cómo hacer que funcione bien para todos los europeos.
”Europa tiene que ser más que mercado,
bienes y dinero.”
Jean-Claude Juncker
Europa se debe centrar en las fuentes modernas de crecimiento sostenible, incluyendo la digitalización, las industrias creativas, el crecimiento verde, la economía circular, las start-ups, producción alimentaria sostenible e innovadora y similares. No es que la UE cree puestos de trabajo o elija a nuevos ”campeones”, pero la UE puede crear las condiciones favorables para ayudar a las empresas, los trabajadores y los emprendedores alrededor del continente a hacer justamente eso. La UE es un adalid del libre comercio y el comercio justo, y debería seguir siéndolo. Al mismo tiempo debemos mejorar las reglas globales, actuar contra las prácticas desleales, implementar reformas estructurales y completar el mercado interior. La redistribución del crecimiento europeo a través de políticas de bienestar está y seguirá estando en manos de los gobiernos nacionales.
El futuro del euro es un aspecto crucial de nuestra economía. Sin una moneda común estable y sostenible no podremos tener una economía exitosa. En los años venideros debemos acelerar el progreso hacia una verdadera Unión Bancaria y de Mercado de Capitales. También debemos transformar nuestros mecanismos de estabilidad en un Fondo Monetario Europeo. Pero ante todo necesitamos continuar inspirando confianza, atenernos a las reglas comunes que nos hemos dado y demostrar solidaridad cuando uno de nosotros esté en una situación de necesidad. Esto es lo que los partidos del PPE hicieron durante la crisis del euro y esto es lo que debemos hacer en el futuro. Sin las decisiones difíciles pero responsables que tomaron los partidos del PPE en el gobierno – desde Irlanda a Portugal, desde España a Grecia y Chipre – el euro no habría sobrevivido.
4. Combatir el cambio climático
El cambio climático es una de las mayores amenazas al futuro de nuestro planeta. De los últimos 19 años, 18 han sido los más cálidos desde que hay registros. Al ritmo actual las temperaturas medias subirán 0’2 grados Celsius cada década. El último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático confirma esta tendencia y advierte del impacto de un calentamiento global adicional más allá de 1’5 grados Celsius. Los cambios de temperatura tendrán un impacto sin precedentes en todo nuestro ecosistema, incluyendo en el ciclo del agua, las especies, el nivel del mar, la seguridad alimentaria y la salud.
En los últimos dos siglos hemos sido capaces de crear crecimiento económico y bienestar sin precedentes, pero esto ha acarreado un coste. Tenemos la tarea de proteger el planeta y respetar sus límites. Al mismo tiempo la UE no debería pecar de ingenua, debemos defender nuestros intereses estratégicos y ayudar a nuestros estados miembros en la transición hacia una economía más limpia. Esto significa que nuestra política medioambiental no solo debería combatir el cambio climático sino también otorgarnos una ventaja competitiva a nivel global. Reducir las emisiones europeas no es suficiente para salvar el mundo, pero la tecnología que desarrollan nuestras empresas pioneras sí lo será. Debemos centrarnos por tanto en la tecnología limpia y modelos de negocio circulares. Las empresas dispuestas a asumir riesgos durante esta etapa serán las líderes en el futuro.
”No hay planeta B, salvar nuestro planeta Tierra
debería ser nuestra misión número uno.”
Miguel Arias Cañete y Carlos Moedas
La UE debe situar la descarbonización en el centro de su programa. Deberíamos trabajar en pos de una Europa neutral en cuanto a emisiones de carbono en el año 2045. El Acuerdo de París supuso un buen comienzo, pero necesitamos ser más ambiciosos.Un objetivo de limitar el calentamiento global a 2 grados Celsius es necesario y requerirá medidas drásticas relativas tanto al comercio de derechos de emisión como al reparto de esfuerzos. Europa debería liderar esta transformación junto con sus estados miembros, regiones y ciudades.
5. Gestionar la inmigración
El porcentaje de personas a nivel global viviendo fuera de su país de nacimiento ha permanecido más o menos estable a lo largo del tiempo, alrededor del 3%. Las migraciones, en todas sus diversas formas, está aquí para quedarse. Podemos o bien fingir que no existen, o bien abordar de frente los retos que plantean. Resolvimos la peor crisis migratoria y ahora es el momento de demostrar a todos los europeos que la situación está bajo control. Sin los esfuerzos de los partidos del EPP en toda Europa – de Malta a Italia, de Bulgaria a Suecia, de Grecia a Alemania y Austria – no habríamos sobrevivido a la crisis migratoria de 2015. Ahora debemos asegurarnos de que nunca se repita.
Europea necesita inmigración controlada y legal. No debemos volver a una situación descontrolada similar a aquella de 2015. Con una población envejecida y escasez de mano de obra cualificada, no seremos capaces de sobrevivir levantando muros. El trabajo de los políticos es encontrar soluciones y facilitar esta transición, no provocar miedo. La libre circulación dentro de la Unión Europea hace nuestras vidas más fáciles, ya sea para viajar, estudiar o trabajar. La inmigración desde el exterior es más complicada, pero puede ser resuelta. Tener un mejor control de nuestras fronteras externas es un prerrequisito para tener libre circulación de personas en el área de la UE.
”Esta Europa no debe convertirse en una
fortaleza en la que aislarnos de los demás.
Debe estar abierta.”
Helmut Kohl
La inmigración seguirá siendo una cuestión definitoria para la UE en los años venideros. La próxima Comisión Europea debería tenerla en el centro de sus planes políticos. Deberíamos establecer centros de asilo, conjuntamente con ACNUR, fuera de la UE. Deberíamos fortalecer Frontex, ya que sin una guardia fronteriza común es complicado guardar la frontera común. También deberíamos soluciones conjuntas para la devolución efectiva de aquellos a los que no se les reconozca asilo en Europa. Deberíamos establecer cuotas de solicitantes de asilo por razones humanitarias para cada estado miembro. Si esto no funcionase, tendremos que desarrollar un sistema flexible de solidaridad en el que los estados miembros puedan ayudarse mutuamente de diferente manera. Y finalmente debemos abordar las causas subyacentes de la inmigración fortaleciendo la habilidad de la UE para actuar en nuestra vecindad, invirtiendo en crecimiento y puestos de trabajo en África. Esto no resolverá el problema de raíz, pero al menos nos acerca a evitar futuras crisis.
6. Crear una Europa más segura
Durante años Estados Unidos ha garantizado la seguridad de Europa. Como un firme defensor de nuestra cercana relación transatlántica, para mí es difícil aceptar que esta garantía es actualmente menos palpable de lo que solía ser. La marginalización voluntaria por parte de EEUU de la política global significa que debemos asumir la responsabilidad de nuestra propia seguridad. Necesitamos hacernos cargo y llenar los nuevos vacíos de poder, ya sean en el comercio, la política exterior, la defensa o el multilateralismo. Deberíamos intentar construir diálogo y alianzas en todas direcciones. Pero también deberíamos ser firmes con Rusia y cualesquiera otros intenten intimidar a nuestros estados miembros.
”El tiempo en que podíamos confiar plenamente
en otros se ha terminado… Es el momento de que
Europa tome el destino en sus manos.”
Angela Merkel
En los últimos años, la línea entre la guerra y la paz se ha vuelto difusa debido a retos como los ciberataques, el terrorismo apátrida y patrocinado por los estados, interferencias con nuestros procesos democráticos, la inmigración ilegal y las guerras de desinformación. Sus raíces yacen en conflictos en curso, una renovada competencia entre grandes potencias, y avances tecnológicos. Mientras que ya se ha avanzado mucho en este ámbito, no podemos proteger Europa de forma adecuada con el actual mosaico de políticas, instrumentos y actores en materia de seguridad y defensa. Necesitamos reunirlos a todos bajo un mismo paraguas.
Los Estados miembros y las instituciones europeas deberían intensificar sus esfuerzos para construir una verdadera Unión de Seguridad y Defensa. Deberíamos asimismo desarrollar la primera Estrategia Europea de Seguridad en Materia de Inteligencia Artificial para contribuir a afrontar los nuevos retos creados por la IA, y dar nuevos pasos para mejorar la eficiencia y competitividad de la base tecnológica e industrial de la defensa europea. Proteger a los nuestros también requerirá de coordinación cercana con los estados miembros, la OTAN y nuestros aliados. Debemos empezar a asumir más responsabilidad en una de las tareas más importantes de la UE: la seguridad.
Comunicando Europa
Si hubiese un premio a la peor estrategia de comunicación en la historia de la política mundial, la Unión Europea sería un serio competidor. Es el proyecto de paz más exitoso de la historia de las relaciones internacionales. Sin embargo, la percepción de lo que hace o deja de hacer no podría estar más lejos de la realidad. No es suficiente con decir que la era digital ha hecho proliferar las fake news o que los humanos preferimos las historias a los hechos. En la era de las guerras de desinformación, la UE debe tomarse en serio la comunicación.
Esto no significa simplemente usar formas modernas de comunicación a través de un amplio espectro de redes sociales, sino también usar un lenguaje entendible sobre lo que significa Europa. Ahuyentar las fake news y a los trolls será una parte esencial de lo que habrá que hacer. Un buen punto de partida es que los políticos dejen de culpar a Bruselas de sus propios fallos y empiecen a asumir su responsabilidad respecto de las decisiones europeas, saliendo de sus gabinetes para hacerlo. Europa representa la transparencia, no la toma de decisiones en secreto.
Este es el momento de Europa
Estoy convencido de que es el momento de Europa. Si hacemos las cosas bien en los próximos años, miraremos hacia atrás a esta era de tentativa democracia antiliberal y populismo impulsivo como otra crisis resuelta en el proceso de integración europea. Si no hacemos las cosas bien, nos arriesgamos a volver a una época de repugnante nacionalismo e irrelevancia europea.
Es importante que apoyemos unidos nuestra causa a favor de una Europa fuerte y moderna que trasforme el mundo en lugar de ser transformada por otros. Esto implica mitigar las divisiones entre el este y el oeste, entre el norte y el sur. Las ampliaciones nunca han sido fáciles, pero siempre fueron lo que había que hacer. Debemos mejorar a la hora de subrayar lo que nos une en vez de lo que nos diferencia. Necesitamos más solidaridad, ya sea en el futuro del euro o en materia de inmigración. Nos necesitamos los unos a los otros.
”La unidad europea era un sueño de unos pocos.
Se convirtió en una esperanza para muchos.
Hoy es una necesidad para todos.”
Konrad Adenauer
La Unión Europea no es perfecta, y nunca lo será. Siempre será más que una organización internacional, pero menos que un estado. En muchos sentidos está en constante evolución y gestión de sus crisis. El patrón es a menudo que vamos de una crisis a lo que parece caos, y finalmente llegamos a una solución sub-óptima. Pero sí que conseguimos nuestros objetivos. Esto es lo que ocurrió con la crisis del euro y la crisis migratoria, y esto es lo que ocurrirá con muchos de nuestros retos en el futuro. Somos una Unión de imperfección. Y deberíamos aprender cómo adaptarla a los nuevos retos del siglo XXI.
El próximo año, cuando la nueva Comisión Europea comience su mandato, estaremos celebrando el 30 aniversario de la caída del Muro de Berlín. El año 1989 estaba lleno de esperanza. Acabábamos de vencer al comunismo y muchos regímenes autoritarios se estaban derrumbando con la ayuda de los partidos del EPP en todos los rincones de Europa. Muchos de nosotros creíamos que la mayoría de los 200 estados-nación del mundo abrazarían la libertad, la democracia liberal y la economía de mercado. En efecto, los primeros años después de la Guerra fría fueron muy prometedores. Europa estaba unida otra vez. Nunca nos imaginamos lo que teníamos por delante.
”La unidad política no significa la absorción de
la nación.”
Robert Schuman
El fascismo murió en 1945. El comunismo murió en 1989. No quiero que 2016 sea el principio del fin de la democracia liberal. Si me convierto en el candidato del EPP y finalmente en el Presidente de la Comisión Europea, prometo no solo defender nuestros valores, sino que también me aseguraré de atender los agravios que han originado esta ola de nacionalismo y populismo. Si no lidiamos con estas frustraciones, la situación no hará más que empeorar. Las hostilidades crecerán, las tensiones estarán a flor de piel y el nacionalismo aumentará. No estoy diciendo que Europa se partirá en dos, pero estamos alcanzando los límites de la tolerancia. La misma tolerancia sobre la que se construyó Europa.
La Unión Europea nunca ha tenido un Presidente de la Comisión Europea de un país nórdico, un país báltico o de Europa central u oriental. Esta no es, sin embargo, una carrera de geografía, sino una elección de liderazgo y experiencia. Vengo de un pequeño país que ha sobrevivido al lado de una potencia expansionista – un país que siempre ha luchado por sus valores y su existencia. Siempre he estado en, o he liderado, gobiernos de coalición, que requieren tender puentes constantemente. Cuento con experiencia de primera mano a la hora de lidiar con un partido populista en el gobierno. Todas estas son cualidades que con toda seguridad serán de importancia después de las próximas elecciones europeas.
Somos una familia de partido que cree en la libertad individual y en la responsabilidad. La elección es vuestra. Sé que tomaréis una decisión por vosotros mismos y votaréis a la persona que creáis puede ayudar a nuestros partidos a ganar las elecciones europeas, y finalmente liderar la Comisión para la Próxima Generación de Europa. ¡Bienvenidos a Helsinki!